Educación sexual

La educación sexual debe ser universal, es decir, llegar a todas las personas; debe iniciarse en el hogar y la comunidad, y continuar en todos los niveles de la enseñanza académica y no académica.

Muchas personas piensan que la educación sexual consiste únicamente en informar al niño sobre el origen de un ser humano, de cómo se desarrolla en el vientre y se lleva a cabo el nacimiento; así como explicar especialmente a las niñas lo que es la menstruación y los cuidados que requiere. Fuera de esto, la mayoría de los adultos tienen sentimientos de culpa, conflicto y duda sexual para abordar de forma franca y abierta la sexualidad de los niños y jóvenes; más preocupante aún es la de ellos mismos, ya que dan al sexo una cualidad mágica, irreal y generan con esto, angustia y preocupación en el adolescente llevándolo, a menudo, a buscar información en fuentes poco confiables para satisfacer su curiosidad normal.

Lo anterior nos lleva a reconocer que la educación sexual es una de las vías más importantes para ayudar sobre todo a los jóvenes a romper el ciclo de ignorancia y de culpa en su vida sexual.

Para lograr esto se pueden considerar los siguientes aspectos:

  1. Es importante recordar que la sexualidad se va modelando por factores externos; por ejemplo, en la familia donde se aprende qué es lo bueno, lo malo, lo socialmente aceptable, los papeles sexuales, etc.; en la escuela, el grupo de amigos, la religión, medios de comunicación, entre otros. Por lo tanto, se puede influir sobre algunos de estos para modificarlos y así lograr que sea vivida con más naturalidad y menor presión.
  2. Obtener información certera y objetiva sobre aspectos funcionales (biológicos) y psicológicos sobre el sexo.
  3. Algunos aspectos significativos de la educación sexual son enseñados de forma inconsciente; es decir, aunque los progenitores no hablen de sexo frente a sus hijos, éstos descubren sus actitudes de tensión o naturalidad mediante la comunicación silenciosa; por lo tanto, es importante procurar liberarse de prejuicios, inhibiciones o conflictos, ya que el entrenamiento sexual del individuo se da desde el nacimiento.
  4. Es importante que el joven aprenda a vivir su sexualidad en forma completa, y que unifique los criterios de libertad, responsabilidad, respeto y placer.
  5. Crear conciencia de los obstáculos a los que se puede enfrentar el adolescente como son los tabúes, mitos y falacias presentes en la sexualidad, para llevarlo a la reflexión cuidadosa y objetiva, y ayudarlo a establecer actitudes y valores sanos.
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