Problemas de conducta

La desobediencia, las rabietas, el negativismo, etc., constituyen parte de los trastornos de conducta más habituales durante la infancia. Estos problemas pueden resultar muy perturbadores para los padres, dado que suelen suponer un desafío a su autoridad y control, lo que puede llegar a establecer un vínculo relacional coercitivo con los hijos. Estos problemas, lamentablemente, parecen ir al alza, y se ha incrementado su magnitud y frecuencia, y lo que es más significativo, la edad de inicio es cada vez más temprana. El conocido Síndrome del Emperador describe aquellos niños que se constituyen como verdaderos tiranos en su relación con los padres. Son exigentes, intolerantes y pueden llegar hasta la agresión si se les contraría en sus demandas. Son niños que no admiten el “no”. Algunas explicaciones se sustentan en el hecho de que son incapaces de sentir las emociones, otras se orientan a factores genéticos, y por último, hay quien asegura que es debido a la educación recibida. La explicación más sensata es que cada uno de estos factores es sólo parte del problema y que todos ellos interactúan con más o menos peso específico, según el caso, para determinar la conducta actual.

Este síndrome busca clasificar  a los chicos o niños, según sea el caso, que  insultan a sus padres y aprenden a controlarlos de acuerdo a sus  exigencias. La  característica esencial de dicho síndrome es, la ausencia de conciencia, lo que quiere decir que hay una vinculación con otras personas o eventos  de manera moral o emocional, esto no quiere decir que no hagan amistades (generalmente por conveniencia) .

Son excluidos de este síndrome, es decir, no lo pueden padecer niños:

  • Que hayan sufrido violencia domestica.
  • Que tengan esquizofrenia.
  • Los malcriados, pues ellos SÍ tienen conciencia de los valores y creencias.

Hay muchas teorías acerca de la causa u origen de  dicho comportamiento.Hay expertos que afirman que  los factores educativos no justifican estas actitudes; Vicente Garrido, psicólogo criminalista y profesor titular de la Universidad de Valencia dice: «Muchos de estos padres no son permisivos, ni tampoco negligentes, y no provienen de un contexto marginal. Son de clase media y se han ocupado de sus hijos. Otra cuestión diferente es si podrían haberlo hecho mejor».

Según Garrido, los niños “emperadores” tienen mayor dificultad para percibir las emociones morales, siendo esto por causas genéticas  «Por ejemplo, en el trastorno del déficit de atención con hiperactividad (TDAH), sabemos que el componente genético es muy importante y el ambiental lo puede compensar hasta cierto punto. En el síndrome es parecido».
Garrido afirma que el sistema nervioso de los emperadores  padecen  de: problemas para aprender las lecciones morales, sentir empatía, compasión o responsabilidad.

Entre otras teorías sobre  este síndrome  esta la de Javier Urra, autor de otro libro «Síndrome del pequeño dictador» y psicólogo de la Fiscalía de Menores del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Él menciona que «la herencia marca tendencia, pero lo que cambia el ser humano es totalmente la educación, sobre todo en los primeros años, en los primeros meses y días, incluso antes de nacer, es muy distinto si eres un hijo deseado o no, si eres un padre relajado o agresivo… algunos psicólogos y pedagogos han transmitido el criterio de que no se le puede decir no a un niño, cuando lo que le neurotiza es no saber cuáles son sus límites, no saber lo que está bien y está mal. Ésa es la razón de que tengamos niños caprichosos y consentidos, con una filosofía muy hedonista y nihilista».
Es importante decir que actualmente por razones socioeconómicas a los padres les es difícil pasar mucho tiempo con sus hijos, lo que es fundamental, en particular en los tres primeros años de vida que es cuando se desarrollan los lóbulos frontales del cerebro que se encargan (entre muchas cosas) del área emocional ademàs de que es cuando no ocurre el desarrollo de la personalidad. Los niños requieren de la fìgura de sus padres para aprender lìmites y así evitar conductas agresivas o antisociales que pueden llegar hasta   golpear o agredir brutalmente a la madre o cualquier autoridad, convirtiendo en un persona con necesidades imperantes de apoyo psicològico aunque no le mencione.

Según Javier Urra, si a un niño  se le permite  hace lo que quiera,  pensar que los otros están para servirle (pensamiento narcisista, es decir, solamente  usa a los otros), ser un niño que a los dos años no ayuda a recoger los juguetes, no entiende como  ponerse en lugar del otro (empatía); podría terminar pensando que la vida es así y que su  madre está exclusivamente para servirlo, y ese pensamiento enfermizo se reflejará indirectamente en la idea generalizada en la que piensa que TODOS ESTAN PARA SERVIRME.
Este psicólogo afirma tajantemente  «Si eso no se frena, cuando tiene 16 o 17 años se desborda: exige mucho dinero y cuando un día la madre dice no, no lo tolera. Lleva 17 años oyendo que sí a todo. ¿Cómo que no?, dice. Entonces la empuja contra la pared, le tira la comida a la cara, la amenaza.».

Otro psicólogo y profesor del Depto. Psicología Social en la Universidad de Barcelona,  Miguel Ángel Soria Verde,  menciona que el hecho de que los niños sean agresivos ante sus padres es algo nuevo culturalmente hablando,»No es un tema patológico, sino que tiene aspectos sociales y culturales que van a facilitar esa agresividad». En su opinión, sólo padecen de alguna  patología mental el 10% de niños que presentan dichas conductas, la mayoría de los niños han sido chicos  educados sin límites familiares ni sociales.
Recordemos que los límites los pone el padre diariamente, y partir de ellos o la existencia de ellos el chico se hará una idea de lo permitido y no permitido, de lo debido y lo indebido, de lo correcto e incorrecto, de lo mio y lo tuyo, del yo y no yo. Si no hay un limite o una ley inicial y original  no habrá  en orden,  la responsabilidad y la consecuencia en la estructura psíquica en el  niño y en el  futuro adulto.

Abrir chat
1
Hola, ¿podemos ayudarte?